De tres asesinatos y ningún procesado


A través del libro ¿Quién mató a Rosendo? el periodista Rodolfo Walsh desentraña los pormenores del tiroteo en La Real de Avellaneda donde murieran Rosendo García, Domingo Blajaquis y Juan Zalazar.

por Gisela Sabatini @giselasabatini

Una prensa que tergiversaba los hechos, una justicia que ocultaba pruebas y una CGT, liderada por Augusto Timoteo Vandor, que se caracterizaba por ser una organización gangteril, macartista y oportunista literal que permite eliminar del propio bando al caudillo en ascenso; luego,  la negociación de la impunidad en cada uno de los niveles del régimen, el silencio del grupo solo quebrado por conflictos de intereses, el aprovechamiento del episodio para aplastar a la fracción sindical adversa, y sobre todo la identidad del grupo atacado, compuesto por auténticos militantes de base, bastó para que Walsh comenzar con la investigación.

El libro fue inicialmente una serie de notas publicadas en el semanario CGT a mediados de 1968 y narra el hecho ocurrido en el tiroteo de la confitería La Real de Avellaneda el 13 de mayo de 1966 donde murieron el vandorista Rosendo García y los sindicalistas de base Domingo Blajaquis, más conocido como el Griego, y Juan Zalazar. A través de testimonios y pericias Walsh logra saber en un mes lo que la justicia en tres años no supo y siguió ignorando a lo largo de los años: que los hombres del grupo de Blajaquis estaban desarmados y no hicieron fuego, y que Rosendo García fue muerto por la espalda, por un disparo que partió del grupo de Vandor.

El lobo aullaba bajo

Para esos años la cantidad de afiliados de la CGT iba decayendo, apenas un obrero de cada cinco prefería confiar al sindicato la defensa de sus derechos. Ser antivandorista era sinónimo de perder el empleo. Luego del fracaso de la Operación Retorno, en Argentina seguiría existiendo el peronismo sin Perón y el Lobo, como lo llamaban a Vandor, manejaba a las 62 Organizaciones a su antojo, porque ya no escuchaba al General: Perón se había convertido en su principal enemigo.

El Lobo caía estrepitosamente, y la primera batalla la libró en la CGT, en cuya secretaría general el vandorismo había instalado en 1963 al sastre José Alonso. En enero de 1966, cumpliendo las órdenes de Madrid, Alonso divide el sindicalismo peronista: nacen las 62 «de pie junto a Perón» que arrastran a veinte gremios, algunos importantes, como textiles y mecánicos; otros luchadores, como azucareros y sanidad. Los vandoristas se burlan con una solicitada que lleva el título «De pie junto al trotskysmo», el metalúrgico (y diputado) Paulino Niembro usa la televisión para delatar como «castrista» a Amado Olmos, uno de los pocos dirigentes leales a su clase. «Yo soy argentino, cristiano y peronista», lagrimea Alonso, pero en febrero el consejo directivo de la CGT lo expulsa del secretariado.

La segunda batalla se da en las elecciones de gobernador de Mendoza el 17 de abril del mismo año. Contra todos los cálculos, en una campaña que dura apenas una semana, pero que cuenta con la presencia y el apoyo de Isabel Perón, el candidato Corvalán Nanclares obtiene dos tercios de los votos del peronismo, derrotando al vandorista Serú García. Beneficiado en definitiva, el gobernador electo resultó conservador, pero un dirigente de esa tendencia -Emilio Hardoy- considera el episodio como «una verdadera catástrofe».

Para Walsh todo estaba a la vista, solo faltaba alguien para develarlo, y él se lo propuso porque en Operación Masacre se asesinó cobardemente a trabajadores desarmados, y en La Real había sucedido lo mismo. En mayor o menor medida, Rodríguez, Carranza y Garibotti, como Blajaquis y Zalazar, representaban a una vanguardia obrera y revolucionaria. En palabras escritas por el periodista “tanto en un caso como en otro los verdugos fueron hombres que gozaron o compartieron el poder oficial: esa es la afinidad que al fin podemos señalar entre el Coronel fusilador Desiderio Fernández Suárez, y el ejecutor de La Real, Augusto Timoteo Vandor”.

La Justicia hecha papel

“El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene. Y Augusto Vandor es un hombre del sistema. Eso explica que en tres años la policía bonaerense no haya podido aclarar el triple homicidio que nosotros aclaramos en un mes; que los servicios de informaciones, tan hábiles para descubrir conspiradores, no hayan desentrañado esta conspiración; que dos jueces en tres años no hayan averiguado los ocho nombres que faltaban y que yo descubrí en quince minutos de conversación, sin ayuda oficial, sin presionar a nadie ni usar la picana”, escribe Walsh en la Conclusión de la Investigación.

Para realizarla solo bastaron los testimonios y las pericias. Una prueba de la parafina para saber que el Griego y Zalazar no estaban armados. Para reconstruir el escenario de los hechos tal como estaba antes de la limpieza realizada por los mozos necesitó los testimonios de Fructuoso Hevia, propietario; Osvaldo Díaz, mozo; Jorge P. Álvarez, parroquiano; Nicolás Gerardi, víctima, y de los procesados Raimundo y Rolando Villaflor, Granato, Alonso, Imbelloni. Al escenario,  además, incorporó los datos de la pericia balística.

Con su genio descubrió de donde provenía el disparo que recibió Rosendo García por la espalda. Quizás una máquina de escribir, o papel y lapicera bastó para que él pudiera hacer justicia por el Griego y Zalazar. Aunque escribiera que “sinceramente no espero que el asesino de Zalazar vaya a la cárcel; que el asesino de Blajaquis declare ante el juez; que el matador de Rosendo García sea siquiera molestado por la divulgación de estos hechos”. Pero luego agregaría “hemos visto que esa complicidad entre Vandor y el sistema no se reduce al caso Rosendo García, que dentro del mecanismo general de corrupción y violencia, de acuerdos y traiciones que en mínima parte reseñamos, el caso Rosendo García es, en efecto, una `anécdota´, pero una anécdota que desnuda la esencia del vandorismo: ningún otro factor aislado ha contribuido tanto a quebrar la resistencia del movimiento obrero y entregarlo atado de pies y manos al gobierno de los monopolios…Por eso pudo decir con legítimo derecho uno de los sobrevivientes de la matanza de La Real: `Vandor es peor que los patrones´».

El artículo forma parte de los parciales que propone el Taller, que tienen por objetivo analizar obras de investigación realizadas por periodistas.

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Un Comentario

  1. SOY LA HIJA DE JUAN ZALAZAR QUE CLASE DE ASESINATO ES HE RECORRIDO MUCHOS LUGARES PIDIENDO JUSTICIA Y ME HAN SACADO CORRIENDO, HASTA LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO X Q NO LO SE??? ME LO PUEDEN EXPLICAR UDES??

  2. matias Zarategui Zalazar

    soy el nieto de Zalazar y me gustaria saber mas de esa epoca.
    gracias.

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